Las Auroras Boreales son un fenómeno natural que se crea en polos del planeta. Este espectáculo se caracteriza por la belleza de las luces que emite, las cuales pueden adoptar diversas formas y colores. 

Pocos mexicanos han tenido la fortuna de presenciar este espectáculo con sus propios ojos, y Claudia es una de ellos. Viajó con Local Adventures en Septiembre del 2019, y, en esta entrevista, nos cuenta la experiencia con sus propias palabras.

Claudia y su familia en el momento de Caza de Auroras Boreales en Whitehorse

Firme al sueño de conocer las Auroras Boreales

Mi mamá descubrió las auroras boreales hace más de 10 años, justo cuando veíamos una película. Desde ese día quedó tan asombrada, que se propuso una meta: cuando cumpliera sus 50 años iba a viajar a algún lugar del mundo para presenciar este fenómeno.

Con el paso del tiempo mi mamá siempre se aferró a la idea de cumplir su sueño. Yo lo veía como algo muy lejano e inalcanzable, pues creía que era carísimo viajar y que sólo los viajeros expertos podían realizar. No podía imaginarme cómo sería la planeación, el ahorro y la organización de todo el proceso: realmente pensaba que era una locura.

La esperanza es lo último que muere

Cuando la fecha para el cumpleaños 50 de mi mamá se iba acercando, ella sostuvo una decisión muy firme: comenzar a ahorrar para realizar el viaje de sus sueños. Ahora quería que formáramos parte.

Al principio nos surgieron muchas dudas… ¿Dónde se ven las auroras?, ¿cómo llegamos?, ¿cómo organizamos todo?, ¿cuánto dinero teníamos que ahorrar?, ¿cómo le íbamos a hacer si no hablaban en español? 

Las cosas se fueron acomodando. Justo cuando faltaba un año para la fecha del cumpleaños de mi mamá, mi hermana se enteró de un viaje a Whitehorse, la ciudad más grande del norte de Canadá y un lugar perfecto para presenciar las auroras boreales. Para nuestra suerte, encontramos un tour en español donde nos ayudarían a vivir la experiencia.

Los sueños se hacen realidad

Llegó el día. No podíamos creer que estábamos a punto de cumplir el sueño anhelado de mi mamá. Todo parecía irreal, de esas veces que sueñas con algo y cuando estás a punto de cumplirlo sientes una adrenalina que recorre todo tu cuerpo.

Al llegar conocimos un poco de la ciudad; yo describiría Whitehorse como esa ciudad que ves en las películas, donde hay mucha paz, poco tráfico, distancias cortas y paisajes espectaculares, llenos de color. Por otro lado, nuestro hotel quedaba muy cerca de restaurantes, tiendas, bancos y supermercados, por lo que teníamos todo para nuestra comodidad.

Ciudad de Whitehorse en donde se puede presenciar el fenómeno de las Auroras Boreales

Temperatura

La temperatura en Whitehorse no era tan extrema en el día, es decir, con la protección correcta bastaba: casi 3 suéteres, mallas térmicas, un abrigo, guantes y las botas, eran nuestro mejor aliado en los días fríos, que a pesar de ser una temperatura aproximada de 10º, era soportable.

Claudia y su familia a unas horas de conocer las Auroras Boreales en Whitehorse

La comida

Existía una gran variedad de restaurantes alrededor del lugar. Las comidas eran variadas y las cantidades eran muy grandes. Lo mejor para nosotros fue el Poutine una deliciosa especialidad regional que no te puedes perder si viajas a Canadá. Algunas de las veces optamos por comprar comidas en el supermercado y realizarlas nosotros mismos para poder ahorrar durante el viaje.

Famoso platillo de Whitehorse cercano a la ciudad

El momento llegó: conociendo las Auroras Boreales

La primera vez que llegaron por nosotros para comenzar nuestra aventura de conocer las auroras boreales, fue una sensación increíble. Durante el camino hacia el lugar no podía dejar de pensar que estábamos a punto de lograr el sueño que mi mamá se había fijado por más de 10 años.

La espera de las Auroras Boreales: un gran espectáculo

Llegamos a una cabaña bastante acogedora; un lugar con lo ideal para hacer cómoda la espera por las auroras. Mientras comenzaba el espectáculo disfrutamos de los deliciosos snacks que nos ofrecían: café, té, chocolate, galletas. Fuera de nuestra cabaña estaba una fogata, que en medio de la noche cuando las temperaturas bajan, es como una gota de agua en el desierto.

La temperatura en ese horario era aproximadamente de -6º, sin embargo, en la cabaña no se sentía en gran cantidad y cuando salías a buscar las auroras tenías toda la atención sobre el espectáculo, así que realmente la sensación del frío terminaba en segundo plano.

Cabaña donde Claudia y su familia dieron espera a las Auroras Boreales

La caza del sueño

La primera noche alcanzamos a presenciar el fenómeno. Recuerdo que salimos y parecía que estábamos en una película, en un sueño. Las auroras boreales estaban frente a nuestros ojos, ¡era real!, no podía dejar de ver la cara de mi mamá al presenciar ese fenómeno; uno de los mejores momentos de mi vida.

Los demás días fueron geniales; cada noche íbamos a presenciar el espectáculo. Existieron algunas noches en las cuales el clima no favorecía en su totalidad y la visibilidad de las luces era menor.

Mamá de Claudia conociendo las Auroras Boreales

Nuevos amigos

Los guías del tour fueron asombrosos; mientras esperamos nos platicaban la historia de las auroras boreales y respondieron a todas nuestras preguntas. Su energía era lo mejor; siempre estaban sonriendo y bromeaban con todos nosotros, incluso nos permitieron enseñarles el famoso baile de México “el payaso de rodeo” y ellos no dudaron en aprenderlo y bailarlo con nosotros, con toda su emoción.

Algo que me encantó fueron las fotos. Los guías nos permitieron tomarnos todas las fotos que quisimos con su cámara profesional, y también nos prestaron los tripiés para tomar nuestras propias fotos, enseñándonos la manera correcta de ajustar la cámara para capturar la foto ideal.

Familia de Claudia y los guías del tour quienes los llevarían a conocer las Auroras Boreales

Recuerdos adicionales

Por el día realizamos tours por la ciudad: visitamos museos y reservas naturales donde conocimos las especies típicas del lugar.

Una de mis actividades favoritas, sin duda, fue nadar en las aguas termales de Takhini. Podía ver que estábamos rodeados de montañas nevadas, y que la temperatura era baja, pero al mismo tiempo podía estar disfrutando en el agua con mi traje de baño, ¡cómo si estuviéramos en la playa! Nos gustó tanto Canadá que nos pusimos a buscar otros destinos que podíamos visitar por nuestra cuenta antes de regresar.

¡Fue una de las mejores experiencias de mi vida! Las mejores fotos quedan guardadas en nuestra mente y en nuestros recuerdos. Un escenario increíble, una sensación que nunca podré olvidar y que vale la pena en cada segundo.

Cuéntanos, ¿Qué te pareció la historia de Claudia?

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